LOS PERIODISTAS Y EL DERECHO A LA VIDA * Por Ernesto Vera
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Desde hace algunos a�os el tema del riesgo de los periodistas en misiones peligrosas ha sido analizado en numerosos encuentros regionales e internacionales. Instituciones tan importantes como la Cruz roja Internacional y la UNESCO han auspiciado seminarios en los que sus acuerdos comprueban la gravedad del problema, especialmente en los pa�ses de Am�rica Latina. Nuestra regi�n ocupa el indeseado primer lugar en la muerte y desaparici�n -bajas definitivas tambi�n- de los profesionales de la prensa, que alcanza ya la cifra de cerca de 600 en aproximadamente las dos �ltimas d�cadas.
El concepto de peligrosidad antes se asociaba a la realizaci�n de la funci�n period�stica en condiciones de guerras y grandes conflictos sociales. Hoy se ha ampliado al del ejercicio profesional en general, a la labor cotidiana. Del riesgo profesional se ha pasado a la inseguridad permanente.
En tiempos de las dictaduras militares lo caracter�stico era el exilio para gran parte de los colegas perseguidos y amenazados, lo que les permit�a salvar sus vidas y reducir as� la cantidad de asesinados o encarcelados. Aunque nada ideal, el fen�meno generaba la solidaridad, mientras en las llamadas democracias no hay que huir de una muerte que llega vestida de civil.
Testigo inc�modo, el periodista honesto asume la responsabilidad de un trabajo que es en s� mismo una sentencia a morir, dictada por poderes ocultos que en la casi totalidad de los casos act�an con impunidad. En nuestros pa�ses no hay una profesi�n con m�s v�ctimas y menos culpables sancionados.
Muchos han sido las iniciativas orientadas a garantizar la seguridad del periodista, sin que hayan disminuido los casos de agresiones. Desde la amenaza al crimen, pasando por los m�s diversos m�todos de coerci�n, el profesional de la prensa �tico es objeto de la represi�n por ser la conciencia cr�tica que molesta. Aumenta la inseguridad porque lo que crece es la injusticia, el crimen y la corrupci�n en sociedades de un mundo enajenado y cruel.
Durante mucho tiempo la defensa del periodista estuvo reducida a la condena posterior al crimen y siempre en el marco de la solidaridad de los colegas, de los medios, del del gremio. Era como si solo interesara internamente, algo ajeno a la sociedad.
Ha sido en Argentina donde todo ha comenzado a cambiar con el inicio de un movimiento surgido en la Uni�n de Trabajadores de la Prensa de Buenos Aires (UTPBA), que tiene como factor fundamental el v�nculo del gremio y los periodistas con la sociedad, tanto conceptual como organizativamente. Esa lucha integral desarrollada en el pa�s de m�s dolorosa experiencia en tiempo de las dictaduras militares, cuando fueron desaparecidos y asesinados alrededor de un centenar de periodistas, se ha revitalizado a partir de 1993 con motivo del crimen a Mario Bonino y, posteriormente en enero de 1997, por el horrible asesinato de Jos� Luis Cabezas. Es la denuncia certera que ha logrado que el olvido desaparezca en la conciencia y el combate de toda la sociedad. Y es la m�s contundente advertencia que puedan recibir los potenciales asesinos de los trabajadores de la prensa.
Tambi�n a otros pa�ses latinoamericanos ha llegado el ejemplo argentino, tanto en la solidaridad por las muertes de Bonino y Cabezas, como por experiencias locales del mismo car�cter. La m�s reciente y de trascendencia regional e internacional fue la Cumbre Latinoamericana de Periodistas que sesion� en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, del 22 al 25
pasado mes de mayo. Uno de sus acuerdos principales fue el documento titulado De las redacciones a las calles junto a la sociedad, redactado sobre la base de que se impone una firme respuesta ante el incesante ataque criminal contra los periodistas en Latinoam�rica.
All� mismo la cumbre suspendi� una sesi�n vespertina y todos los delegados se trasladaron al parque central de la ciudad para realizar marcha y concentraci�n en protesta por las agresiones y cr�menes contra los periodistas. Centenares de personas se sumaron a las actividades en representaci�n espont�nea de la sociedad de Santa Cruz.
Ser� este mes de junio el comienzo de las acciones decididas, que son las siguientes:
1. Presentaci�n ante los gobiernos y dependencias de Naciones Unidas de cada pa�s de un documento en�rgico en el que se de cuenta de la realidad que padecemos, reclamando se adopten medidas de protecci�n a la profesi�n y a quienes la ejercen.
2. Instalaci�n de mesas de esclarecimiento en la v�a p�blica -en las principales ciudades de cada pa�s- u otras formas de difusi�n p�blica vinculadas con la sociedad para entregar la copia del documento girado a los gobiernos y Naciones Unidas a cuanto ciudadano sea posible. Que al documento se adjunte una lista de compa�eros asesinados y desaparecidos en los �ltimos veinte a�os.
3. Instalaci�n de urnas en la v�a p�blica, convocando a votar contra las agresiones, amenazas y asesinatos de periodistas. Dichas urnas deber�an llevar impreso el nombre de la organizaci�n del pa�s y de la Federaci�n Latinoamericana de Periodistas (FELAP).
4. Impresi�n de un mural FELAP con el listado de colegas asesinados y desaparecidos en Latinoam�rica en los �ltimos veinte a�os, para ser colocado en
todas las redacciones de diarios, revistas y peri�dicos; radios, agencias de noticias, canales de televisi�n.
6. La FELAP y todas las organizaciones miembros deben asumir un compromiso de lucha que exceda los �mbitos tradicionales de discusi�n y difusi�n de nuestra realidad, intensificando el contacto con la sociedad en la v�a p�blica. El poder real y el poder pol�tico institucional en cada uno de nuestros pa�ses debe sentir, a�n m�s, que nuestra vinculaci�n con otros actores sociales en la lucha por la justicia social y contra la impunidad se profundiza. No s�lo con la finalidad de exigir protecci�n y mejores condiciones de vida para la corporaci�n gremial y profesional de los periodistas-trabajadores de la prensa, sino como una muestra del compromiso que asumimos en procura de una vida digna para todos.
El encuentro traz� el camino para alcanzar una verdadera defensa del -derecho a trabajar con dignidad y a vivir por parte de los periodistas. La FELAP y los periodistas bolivianos integrantes de la Federaci�n Nacional y el Sindicato de Santa Cruz, han contribuido a esta nueva y trascendente etapa a favor de su m�s importante derecho humano.
Por fin comprobamos mejor y nos orientamos en forma m�s certera, ya que el problema que afrontan los periodistas tiene que ver con las m�s leg�timos intereses de las sociedades y s�lo puede ser enfrentado con posibilidades de �xito mediante la acci�n conjunta de los profesionales de la prensa y la instituciones de la sociedad.
*Director del Centro Regional de la Organizaci�n Internacional de Periodistas con sede en M�xico
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LAS ARMAS DE LA CONQUISTA *Por Tubal P�ez
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La Habana, Cuba. -Mientras el planeta siente c�mo se hunde en sus espaldas el ca��n globalizador, se oye la voz del atracador de camiones: "�Arriba las manos!" S� pudi�ramos resumir en una sola de las consignas del pensamiento �nico, esa ser�a la principal, con la diferencia de que ni por asomo cabe aqu� la motivaci�n de aquellos h�roes de la literatura juvenil que desvalijaban a los ricos para que comieran los pobres. Ahora es al rev�s, con la diferencia de que los nuevos asaltantes no dan opci�n. Es la bolsa y la vida.
Esa es la esencia de la ideolog�a planetaria, dogm�tica y totalitaria de la clase dominante que se apoya para suproyecci�n en el retablo encantador de las nuevas tecnolog�as de la comunicaci�n, convirti�ndose en una especie de hegemon�a subjetiva como nunca antes se vio en la historia de la humanidad.
No es posible hablar de pensamiento �nico sin hablar de la historia del capitalismo, sin recordar que la base de ese ordenamiento uniforme e intransigente en la manera de ver la vida tiene su origen en las l�neas fundamentales del sistema pol�tico burgu�s que surgi� y tom� fuerza con el continente europeo en el siglo XVIII.
Ese esquema tuvo su prototipo en Estados Unidos, donde aquellas ideas se manifestaron de manera acabada en el programa de lucha independentista de las 13 colonias. Por tanto, esa forma excluyente de pensar a la cual hacemos referencia tiene ra�ces en Europa y en Norteam�rica, precisamente donde est�n ahora los cuarteles del mando principal del neoliberalismo.
Las particularidades, tradiciones o localismos no tienen traducci�n en el pensamiento �nico. Y el propio Bol�var, en los albores de la emancipaci�n pol�tica latinoamericana, coincidi� con aquellas ideas sociales, pero afirm� que no pod�an aplicarse en nuestros pa�ses, pues de cada pueblo debe salir su forma pol�tica distintiva.
El pensamiento �nico entra en la realidad contempor�nea como el conjunto de ideas hegem�nicas destinadas a iluminar el camino del nuevo redentor: el neoliberalismo globalizador, cuyo modelo, a decir del conocido periodista hispano-franc�s Ignacio Remonet, asume los atributos principales del propio Dios, pues es planetario, permanente,inmediato e inmaterial, exigiendo "sumisi�n, fe, culto y nuevas liturgias".
No amenaza con el infierno en la otra vida. Lo impone masivamente en el presente, mientra su m�quina monstruosa y otros fantasmas insospechados, liberados de todo control, van quebrantando la voluntad de los hombres, desarticulando sus luchas, triturando sus viejas conquistas, desarmando sus organizaciones, desmantelando las l�neas de protecci�n de los pueblos, homogenizando sus culturas, debilitando, neutralizando o desplazando el poder hacia otros polos ajenos a las tradicionales estructuras nacionales,desechando, por in�tiles, la organizaci�n de los estados democr�tico-burgueses y su cl�sica divisi�n de poderes.
Por eso resulta particularmente c�nico el dise�o argumental de las campa�as del pensamiento �nico contra Cuba, en el que se invierten t�rminos y todo queda al rev�s. Tal es el caso de los temas de democracia, libertad de prensa, derechos humanos entre otros. Absolutamente en todos es el dictamen cr�tico de Estados Unidos hacia afuera la �nica e incontestable voz que impone a los dem�s un orden que tiene como centro los intereses pol�ticos y econ�micos de ese pa�s.
A prop�sito el colega Ernesto Vera escrib�a hace poco en M�xico: �Hay alguna organizaci�n defensora de los derechos humanos que se haya creado en alguno de los pa�ses subdesarrollados, que pueda contar con un m�nimo de alcance internacional para certificar o descertificar las violaciones a los derechos humanos en Estados Unidos?
Enemiga intransigente de todo lo diverso, esta receta universal niega que la sociedad pueda adoptar otros sistemas distintos al modelo paradigm�tico de occidente, que en su despliegue planetario lleva en alto sus dos estandartes insignia:el mercado y la comunicaci�n. Por su relaci�n con el sector que represent�, me detendr� en el segundo, precisamente, donde grupos transnacionales cada vez m�s fusionados y poderosos, con una voracidad insaciable, se est�n apoderando en todas partes, del control de la prensa, la radio, la televisi�n, el cine y las redes de cable, los sat�lites y la telefon�a.
Y es en esa esfera donde el viejo cuerpo doctrinario del capitalismo, el pensamiento �nico, privilegiados con los avances tecnol�gicos y la globalizaci�n, se lanza euf�rico a una cruzada planetaria para la conquista de la mente de miles de millones de hombres y mujeres imponi�ndoles un tipo de reflexi�n uniforme que se asume de manera natural, como una extensi�n de la conciencia humana disociada a las condiciones materiales que la producen y reproducen.
Por primera vez la cultura y los valores humanos est�n siendo conformados por los medios electr�nicos de extensi�n masiva y, como nunca antes, las sociedades se ven subordinadas totalmente al mercado comercial para determinar sus valores y sus modelos.
Un investigador norteamericano, ide�logo del capitalismo, afirmaba recientemente que "los medios electr�nicos tendr�n efectos tan poderosos como los de la escritura, pero llegar�n mucho m�s r�pidamente, ya que a diferencia de la lectura no tiene que aprender a ver la televisi�n o las pel�culas. Este es un medio oral y emocional no controlado por los m�s ancianos o las familias, sino por aquellos que pretenden hacer dinero, lo que es algo muy diferente".
El pensamiento �nico se ha dado cuenta de que en una cultura de televisi�n lo que uno cree que es la verdad a menudo es m�s importante que aquello que realmente lo es, en lo que respecta a interpretar y predecir las acciones humanas.
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